El primer pilar de la filosofía Ikigai habla de las cosas que amas. Pero antes de iniciar el camino es necesario un paso previo. La primera acción es aprender a amarte a ti mismo, a lo que eres, donde eres y con quién eres.
Son curiosas las reacciones de las personas cuando se utiliza el verbo AMAR. Enrojecen, evitan, se mofan, reniegan. Curioso cuanto menos. Amamos a nuestra pareja, nuestros hijos, a nuestra profesión, al dinero. Sin duda el aceite del motor de nuestras vidas. Pero nos seguimos olvidando, ¿Cuánto te amas a ti mismo? Acostumbrados a vivir la vida de los demás nos olvidamos de la nuestra.
¿Quién eres? ¿En qué momento de tu vida estás? ¿Qué te falta por hacer que todavía no has hecho? ¿Qué eres?, y por supuesto, ¿Qué no eres?
Y ¿Con quién eres?… En este punto permitirme hacer un inciso. Por suerte, en la civilización occidental donde vivimos, todavía podemos elegir con quién relacionarnos. Pensamos que la amistad tiene unas reglas no escritas de obligado cumplimiento. Esta es la prueba de qué seguimos empeñados en vivir la vida de los demás. Esperamos que “nuestra gente” actúe de determinada manera porque no somos capaces de ampliar nuestro campo de visión y mirar con sus gafas de ver la vida. ¿Tolerancia y comprensión?
Y compromiso… Compromiso contigo mismo de estar con quien quieres estar sin juzgar. Esto de las relaciones tóxicas que está muy de moda no existiría si te dieras la oportunidad de elegir. Y esa conclusión me permitió recuperar la fe en las personas. A los que desaparecieron de mi vida cuando se complicó, a esas personas anónimas que llegaron sin otro ánimo que el de ayudar, a los que decían querer estar y nunca estuvieron, a los que siempre han estado y a los que me faltan porque desde donde están me miran y sonríen. Gracias
Adquirir conciencia sobre sí mismo es la primera labor que un profesional del coaching debe acometer y es lo que consiguen nuestros clientes a lo largo del proceso. Y el ¿Dónde eres? Siempre eres aquí y ahora. Lo que fuiste ya no importa y lo que serás lo estás construyendo.
A la mayoría de los que tenemos una edad no nos enseñaron a querernos.
Más bien a portarnos bien, incluso con quien no se lo mereciera.
Esa es la intención del post. Vaciando la mochila. En ocasiones es necesario desaprender para poder aprender de nuevo. Es un cambio de foco para situarlo en ti, en lo que quieres hacer con tus sentimientos.
Gracias por tu comentario
Muchas veces no cargamos con nuestras mochilas solo, sino que que solemos cargar con la de nuestros hijos o de los que nos importan nos ahogamos en un cumulo de historias que no nos llevan a ningun sitio solo por suponer que solo nosotros sabemos resolver los problemas. Tenemos que parar a respirar y lo que tenga solocion se arreglara y lo que no tomarlo con calma y si necesitamos ayuda pedirla .
Todos tenemos circunstancias con las que vivimos a diario. Estoy convencido que muchos no cambiaríamos esas circunstancias pero sí la manera en la que las gestionamos. En ocasiones hacemos difícil lo fácil y nos apropiamos de cargas que no nos corresponden. Poner el foco sobre uno mismo no es un acto de egoísmo y cuanto más nos queremos y nos cuidamos más fácil será gestionar las circunstancias que nos rodean. El orgullo nos impide pedir ayuda, pero de la misma manera que estamos preparados para dar tenemos que estarlo para recibir.
Gracias Esmeralda