Tu esencia

En el punto en el que estamos, cuando hemos sido capaces de dedicar ese necesario tiempo diario a nosotros mismos, cuando nos conocemos y sabemos cuál va a ser nuestro camino, estamos en disposición de adquirir nuevos conocimientos, de iniciar nuevos aprendizajes.


Cada formación, cada curso, es un paso adelante. No recuerdo ninguna formación que haya realizado donde haya salido desmotivado. Son inyecciones de ilusión y motivación. En ese momento empiezas a idolatrar a las personas que te han formado, a querer ser como ellas. Iniciamos un proceso de modelaje donde en determinados casos es observable el efecto Pigmalión llegando a imitar su acento, su tono de voz, sus expresiones verbales y corporales. Realmente no conocemos a esa persona en su faceta de persona y solo sabemos de sus cualidades como cantante, comunicador, formador, coach, futbolista. ¿Queremos ser como ellos o cantar, comunicar, formar, acompañar o jugar como ellos?

De estas formaciones salen nuevos profesionales en serie que deben abrirse camino, y que tienen la premisa de distinguirse o estarán abocados al fracaso. Por inercia hacen lo que han aprendido con la impronta de quien se lo ha enseñado y se está tan pendiente de no desviarse del guion que prescinden de su esencia, de lo que realmente es innovador. Porque lo que marca la diferencia no es formar o comunicar, sino como se forma o se llevan a cabo las sesiones.

“Al terminar una de mis primeras conferencias se me acercó un mujer joven a felicitarme. Me dijo que le había encantado. La pregunté qué le había gustado más y me contestó que la forma de comunicar en el escenario. La dije que mi pasión era poder llegar a la gente y mostrarle todo lo que me apasionaba. Ella me contestó que lo que más la había impresionado era lo que transmitía. Descolocado la pregunté: ¿Y qué transmito? Ella me respondió: “bondad, ¿me puedes dar un abrazo?”

En aquel momento no supe darle el valor que tenían esas palabras y seguí poniendo en práctica todo lo aprendido, un guion efectivo para impactar y vender. Y me veía en las grabaciones y algo en mi interior se removía. Esa persona que hablaba no era yo, no me reconocía y aun impactando y vendiendo no me representaba”


Había perdido mi esencia, la bondad que esa joven había visto en mí. Me había perdido por el camino y había elegido lo que teóricamente se debe hacer y no lo que personalmente quería hacer. Y esto me hace recordar una frase que me envió mi hija en un día de esos que te das el gustazo de estar triste: “Noche tras noche frotando la lámpara sin darte cuenta que el genio eras tú

Mis frases favoritas

Han pasado más de treinta años desde que mi guía espiritual insistía en que antes de ilustrarme con libros escritos por otras personas, mirase en mi interior para descubrirme, para hacer aflorar todo el potencial que guardaba dentro. Por aquellas cosas del día a día, del trabajar para subsistir, por acomodarme y no arriesgar, lo olvidé. La buena noticia es que nunca es tarde para recuperarte.

Esa recuperación pasa por dedicarte un tiempo a ti mismo, cinco, diez minutos diarios para hablarte, meditando, reflexionando, analizando dónde estás y hasta dónde quieres llegar, cuándo, con quien. Esto facilitará dar prioridad a tus ideas y analizar ideas ajenas sin menospreciarte a ti mismo.

“Las cosas pasan por algo”
No estoy seguro si quiere decir que estamos predestinados, que nuestro destino está escrito o si estas cosas que pasan son necesarias para el aprendizaje correspondiente a ésta reencarnación. Si es así que hubiesen avisado porque quizá habría utilizado mi tiempo y dinero de otra manera.
Soy más de la opinión de que efectivamente pasan por algo, son sin duda la consecuencia de mis actos. Actos que realizo en una comunidad donde cada uno de sus componentes realiza sus propios actos que afectan a las personas que les rodean.

Se suele decir que estas cosas que te pasan a las bravas, sin previo aviso, son aprendizajes necesarios en tu vida que te van a ayudar a crecer. Nunca me ha gustado aprender a “golpes”, dame la opción de crecer a mi manera. Si la cosa se pone difícil te dirán que lo mejor está por llegar, que no hay mal que cien años dure.

La única verdad es que no podemos retroceder en el tiempo y es posible que nos reconforte ese tipo de pensamientos, excusas para aquello que no podemos cambiar.

Y dentro de este tipo de conversaciones siempre aparece la pregunta: ¿Qué cosas de tu pasado cambiarías? Si tienes tiempo te hago una lista. Sin embargo la respuesta generalizada es “nada” acompañada de una profunda reflexión: “Las cosas pasan por algo”

Persigue tus sueños.
Frase peligrosa donde las haya que como eslogan es ideal. Mi sueño me saca ventaja, corro, corro y no paro de correr, pero quizá no consiga alcanzarlo porque las cosas siempre pasan por algo. Aun así no cejaré en el empeño. Hasta ahora perseguir mi sueño ha facilitado que el sueño de otras personas crezca y crezca a base de inversiones y tiempo. Y esto hace que me plantee si estoy viviendo el sueño de otros.

Me voy a declarar culpable de comprar humo. Necesidad, ingenuidad, buena fe, exceso de confianza, el cuento de la lechera quizá. Nada que reprochar porque afortunadamente somos dueños de nuestros actos.

En la misma burbuja conviven vendedores de humo con personas comprometidas socialmente, de esos que aportan de verdad y hacen coincidir sus palabras con sus actos, junto con compradores compulsivos de felicidad, incautos, deseosos de alcanzar sus sueños. Crecimiento personal, escrúpulos y negocio no suelen ser fieles compañeros de viaje.

De todo esto extraemos la parte positiva. Llámalo sueño u objetivo. Soy de los que apuestan por luchar para conseguir lo que quieren en sus vidas, y para eso es esencial tener la cabeza fría. No puedes eliminar las circunstancias que te rodean pero sí trabajar para compatibilizar esas metas con tu realidad. Tú y solo tú tienes el derecho y la oportunidad de hacerlo y sólo necesitas de aquello que te aporte algo para alcanzar la meta final. Aléjate del humo y que la ilusión, gasolina de tu motor, no te ciegue en la búsqueda.

¿Dónde pones el foco cuando comunicas?

El miedo escénico, el miedo al ridículo o a quedarse en blanco es el principal problema de las personas que tiene que subirse a un escenario. Sin embargo no es un problema de difícil solución, solo tienes que cambiar el foco. Cuando subes al escenario debes tener en cuenta unos principios básicos que te ayudarán a perder ese miedo y transformarlo en responsabilidad, una exigente pero amable compañera de viaje.

Eres un experto en la materia y sabes de lo que hablas. No puedes plantear una conferencia sin ser dominador de la materia. Preparación y profesionalidad. Pensar que alguien de la audiencia sabe más que tú del tema que vas a tratar es común y en muchas ocasiones así ocurre. Es seguro que si llega el caso esa persona estará encantada de ayudarte, no está allí para hundirte la ponencia. Hazle tu aliado.

Prepararse la conferencia solo tiene un secreto, la técnica de RPT, repetir, repetir y volver a repetir hasta que tengas tan interiorizado el mensaje que resulte indiferente las palabras que utilices. Si como dominador del tema te has preparado la ponencia a conciencia evitarás esas molestas muletillas y ese bajar la cabeza cuando hablas, dando tiempo a que tu cerebro encuentre las palabras apropiadas para continuar la disertación.

Recuerda que las personas que asisten a una conferencia buscan conocimiento, aprendizaje, ilusión. Es igual que te llames Luis, Juan Carlos o Susana, la audiencia no viene a verte a ti. El 90% de las personas que asisten a una conferencia no recordarán el nombre del ponente a la finalización de la misma y si van a verte por tu nombre, caso de conferenciantes de renombre, más te vale aportar ese valor añadido que han venido a buscar.

Los 90 primeros segundos de la conferencia marcarán el éxito de la misma, no los desperdicies en presentaciones, habrá tiempo más adelante. Sal con decisión, déjate ver, adquiere una postura estable y no deambules por el escenario de un sitio a otro o la audiencia creerá que está en un partido de tenis. Déjate ve y durante unos segundos dedica una sonrisa al auditorio, mírales a los ojos porque para ellos es gratificante saber que les has visto.

A estas alturas ya has entendido que lo importante está allí enfrente, son esas personas que han invertido su tiempo y posiblemente su dinero en escuchar lo que tienes que decir. Ya sabes que el foco está sobre sus cabezas. Has hecho lo necesario para encarar tu conferencia con garantías y en condiciones de transmitir desde el único lugar que tiene garantizado el éxito. El corazón.