Lanzamientos de cuchillos (Parte II)
Cada 28 de Abril se celebra el Día mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo con el fin de promover la prevención de los accidentes laborales y las enfermedades profesionales en todo el mundo. En el año 2016, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) inició una campaña de sensibilización con el lema “Estrés en el trabajo: un desafío colectivo”. En su informe, indica que debido a los importantes cambios que se están produciendo asociados a la crisis económica mundial, los trabajadores se encuentran expuestos a nuevas situaciones que pueden tener graves consecuencias negativas para su salud mental y su bienestar psicológico.
Los riesgos psicosociales, como el aumento de la competencia, las altas expectativas en el rendimiento y los horarios laborales extensos contribuyen a que el ambiente en el trabajo sea cada vez más estresante y dificultan la conciliación entre la vida familiar y laboral.
Entre los riesgos psicosociales que pueden afectar al estrés laboral relacionados con el contexto del puesto de trabajo encontramos: pobre comunicación, bajos niveles de apoyo en la solución de problemas y desarrollo personal, indefinición de objetivos organizacionales, ambigüedad o conflicto de roles, estancación e incertidumbre laboral, sobrepromoción o baja-promoción, salario bajo, escasa participación en la toma de decisiones, pérdida del control sobre el trabajo, etc.
De la misma manera, los estudios han puesto en evidencia que los niveles elevados de estrés laboral pueden contribuir a la aparición de problemas de salud mental (cansancio, burnout, ansiedad y depresión) y física (trastornos cardiovasculares y musculoesqueléticos ) y las investigaciones recientes han puesto el énfasis en el impacto del estrés laboral sobre los hábitos de conducta, de tal manera que se ha mostrado su asociación con el consumo de alcohol, drogas y tabaco, la dieta poco saludable, la falta de sueño, el aumento de los accidentes laborales y las enfermedades crónicas.
La creencia generalizada es que el estrés es consecuencia de circunstancias externas a nosotros, cuando en realidad es la consecuencia de la interacción entre los eventos del entorno y nuestras respuestas cognitivas, emocionales y físicas. Cuando la respuesta de estrés se prolonga o intensifica en el tiempo, nuestra salud, nuestro desempeño académico o profesional, e incluso nuestras relaciones personales o de pareja se pueden ver afectadas.
Hablamos de la enfermedad del Siglo XXI. ¿Puede el coaching contribuir a paliar este déficit emocional? No me cabe duda.
La combinación de políticas elaboradas de engagement con procesos de coaching ejecutivo, de equipos y personal, compatibiliza los deseos de los empleados con las exigencias productivas de cualquier empresa. En un proceso de coaching, por definición, se parte una situación inicial y se traza un plan de acción para llegar a una situación ideal. En el trayecto entre esos dos puntos se encuentra el éxito de cualquier proyecto de éste tipo. Los cambios en la actitud, la manera de enfocar los problemas, el conocimiento de la situación personal, en definitiva, una apertura de conciencia que les permitirá examinar la situación con la visión de perspectivas múltiples.